Casa Lac despidió sus 178 años de vida entre artistas

CASA LAC, el restaurante más antiguo de España cerró ayer definitivamente. Decenas de clientes amigos y artistas se reunieron anoche en al local fundado en 1825 para tomar la última copa

Roberto Miranda
Zaragoza

 

Los nuevos propietarios no podrán tirar el edificio porque es de interés ambiental, pero el restaurante Casa Lac, construido en vida de Goya, el más antiguo de España, reunió anoche a los clientes amigos "para acabar las botellas" y bajó sus doce persianas. Ha resistido 178 años como la esquina elegante en el célebre callejón de la bullanga, en el punto donde Zaragoza fue más cosmopolita (tabaco americano, music hall, limpiabotas, palmeras tropicales frente al piano, profilácticos de Indonesia), con la dignidad de la medida exacta. Hasta las cigarreras de su puerta han huido ya como gaviotas ante los forcejeos del andamio y el golpear de chapas en la llamada manzana de oro. Antes lo habían hecho el Plata, Teófilo, Colás, la lotería... "Las obras nos han hundido", señalaba el último titular.

Han pasado cuatro generaciones de propietarios, desde los Lac, que serían cocineros de casas nobiliarias aventados de Francia como tantos, tras la Revolución, para crear restaurantes por toda Europa. Y el edificio ha ido acumulando estilos interiores: espejos que reflejaron las patillas de Alfonso XII, la iluminación de gas dispersa como las luces de una aldea en la noche, y luego bombillas y tulipas en la trigonometría de los ángulos. Aún conserva la dinámica de vidrios y maderas, botellas y anaqueles como en los bares del Oeste, que acogió más tarde. Pero ya está borrada la caricia espectral de los fluorescentes cuando la casa se avino a cocinar paellas para militares.

En 1925 se hizo la reforma modernista de abajo: escalera de Averly, eclecticismo, azulejos y máquinas avanzadas como una registradora que daba tiquets o un horno de bollos igual que el del Titánic. Tras el incendio del hotel Corona se quitó el obrador por la normativa y se transformó en bar. Ahí entró la casa en su última etapa de esplendor. Los Artiach recuperaron con cuidado los viejos estilos, el mobiliario original isabelino apto para ropajes ampulosos y abrieron la puerta a los artistas: El Silvo Vulnerado, Luis Felipe Alegre, José Luis Esteban, Elena Millán, Vicky Calavia y Agustín García Calvo, pasaron sus veladas culturales, entre amigos y copas. Anoche volvieron muchos de ellos a encontrarse en la esquina del Tubo, donde, frente a las obras, las persianas aún encierran estilos y palmeras tropicales de otros tiempos.

 

Pie de foto: "El viejo restaurante de El Tubo ha pasado a manos de un constructor"

 

(El Periódico de Aragón, sábado 2 de agosto de 2003)