Fuentes de Ebro 2005: el triunfo de la savia nueva
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Del mismo modo que las Jornadas de Cine Villa de La Almunia y el Festival de Jóvenes Realizadores de Zaragoza, la Semana del Cine y la Imagen de Fuentes de Ebro cumplía diez esplendorosos años. En este tiempo, ha consolidado una oferta cinematográfica cuyo plato fuerte es el certamen regional de cortometrajes. A ello hay que sumar la muestra de películas españolas recientes, las exposiciones, los homenajes o las numerosas actividades con vocación didáctica para los niños del pueblo, entre muchas otras acciones llevadas a cabo por la Scife. Hay que destacar también su especial atención a incorporar rápidamente novedades de rabiosa actualidad. Así lo hicieron en esta décima edición con el concurso internacional “Un minuto de agua, una gota de cine”. En el estreno de esta modalidad, el primer premio recayó ex aequo en En el arte de Gonzalo Alvarado (Madrid) y Fabrica de nubes, el cielo s/n de Ignacio Estaregui (Zaragoza). El segundo premio fue para Mírame de Isaac Gamuza y Ana Nocito (Zaragoza).
Este año, los encargados de la siempre ingrata, y muchas veces no compartida, tarea de decidir los galardones,fueron Javier Barreiro, escritor, periodista y crítico de cine; Fausto del Real, guionista y director de cine; Enric Plá, profesor y crítico; Celestino Deleyto, profesor y escritor; y Antonio Lázaro, jefe del servicio de audiovisuales de la consejería de cultura de la comunidad de Castilla-La Mancha.
La buena salud que tiene el documental en estos momentos también se hizo patente en Fuentes. Hubo cinco trabajos finalistas, frente a los cuatro de la edición anterior. Todos ellos con diferentes temáticas y estrategias narrativas, pero siempre estimulantes. Bayo Marín, trazos de aire de Eduardo Laborda nos (re)descubre a este artista olvidado, mezclando la realidad (entrevistas a personas que lo conocieron) con la ficción (recreaciones); M. Briet, pirineista de Dolores Galindo nos acerca al trabajo del fotógrafo francés en el pirineo oscense a principios del siglo XX; Quiero vivir aquí de Patricia Oriol y Héctor Añanos es un trabajo sobre la triste actualidad de los pueblos abandonados por la construcción de pantanos, no exento de toques poéticos y reivindicativos; Torrenueva, la huella del tiempo de Miguel Lobera tampoco rehuye la poesía a la vez que nos revela aspectos sobre el tiempo y la desaparecida torre; y Torrero, historia de una cárcel de Mirella R. Abrisqueta realiza un recorrido cronológico por la historia de este lugar, donde hubo presos republicanos de la guerra civil, políticos en los años finales de la dictadura e insumisos al servicio militar en fechas más recientes.
Por diferentes derroteros anduvo la Sección Oficial en lo que a cortometrajes de ficción se refiere. A Mario de Papick Lozano cuenta como principal baza la presencia de las televisivas Alexandra Jiménez y Eva Santolaria. Por lo demás, una previsible comedia con menos gracia de la deseada. Se alzó con un inmerecido premio, en comparación con otros trabajos, a la mejor fotografía (Federico Ribes). Alba de Nacho Rubio logra sorprender, al darle la vuelta a una historia que parece va a desarrollarse por caminos demasiado trillados. Destacar además la convincente interpretación de Natalia Moreno y un excelente montaje. Brócoli de Samuel Zapatero fue sin lugar a dudas el trabajo más experimental de los presentados, tanto que la mayoría todavía nos estamos preguntando qué pretendía su autor. Si bien se agradece el riesgo y la vía seguida, alejada de los desarrollos más convencionales, la cinta no logra ni provocar ni epatar. Probablemente, el realizador no buscaba esto pero hubiera sido mejor llegar hasta las últimas consecuencias. Fotos de familia de Paula Ortiz es una sensible obra sobre la soledad y la necesidad de la imaginación, repleta de sugerencias. Obtuvo galardones a la mejor banda sonora (José Villalobos) y montaje (David Gutiérrez de Soto). Huida a toca teja de Pablo Aragüés muestra una vez más la capacidad de su director para enfrentarse a producciones difíciles por su aparatosidad, así como un dominio de la planificación considerable. Sin embargo, en esta ocasión la narración resulta demasiado atropellada y carente del ritmo adecuado. Se llevó el premio al mejor diseño de producción. La visita de Pilar Gutiérrez es una delicada aproximación a un enfermo de alzheimer, a lo que contribuye la excelente interpretación de Carlos Vega, ganador de la mejor interpretación masculina. Este trabajo, debut de su realizadora, obtuvo también los galardones a mejor cortometraje, actriz (Ana García), guión (Pilar Gutiérrez y María A. Parroqué) y el premio del público. Sabah de Fernando Vera es un interesante acercamiento al viaje de unos inmigrantes argelinos hacia España, malogrado por un parte final demasiado efectista y gratuita. Sangre de Pablo Lozano es una angustiosa historia sobre una mujer retenida por su pareja porque no quiere que ella aborte. La tensión es creciente pero su resolución decepciona por seguir un camino fácil y previsible. Sonrisas de Pilar Palomero fue el otro trabajo triunfador de esta edición, al hacerse con la mejor dirección y opera prima. Una sencilla y original propuesta, sin apenas diálogos (no los necesita), sobre dos personas que logran comunicarse gracias a la grieta que se abre en una pared colindante entre sus respectivas viviendas. Optimismo y un toque mágico para la historia de Nicolae, un inmigrante del este, y Candela. Para finalizar, Un buen día de Esteban López supuso un banal y desprejuiciado colofón en el que lo más destacable es el paseo nocturno por la ciudad de Teruel, estupendamente fotografiada por Willy Abad. Entre videominutos, documentales, cortos de ficción y los seis mostrados en la sección de exhibición, este año se proyectaron en Fuentes de Ebro veintitrés obras aragonesas. Cifra que invita al optimismo pues sigue habiendo numerosos creadores, inquietos y con propuestas de lo más variado, lo que nos lleva a creer que en su próxima edición la Scife contará de nuevo con material para celebrar diez años más de festival.
www.scife.es
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Luis Antonio
Alarcón
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