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LA INCINERADORA

revista de opinión cinematografica
número 8

 

 

LA DOLCE VISTA

MAX ROB Y SU GUILLOTINA

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Alejandro y el ardor

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Lo más pedante de los pedantes que escriben sobre cine basado, en el grado que sea, en acontecimientos realmente existentes en algún momento de nuestra historia, es la supuesta fidelidad debida a lo acontecido, como si existiera esa historia objetiva, neutral, aséptica, “maestra de la vida”, que está ahí, que alguien la coge, le pone palabras, guión, imágenes, y ya está. Esto es falso, aunque cumple una importante función social para el orden socioeconómico establecido: historia como línea que, sin interrupciones, llega hasta el hoy, de forma que lo que hay, lo que hoy es hegemónico, es lo que debe serlo, porque todo lo demás estaría superado, mejorado. También le sucede esto al filme de Stone sobre el macedonio Alejandro (2004), y eso que mi predisposición cuando entré en la sala era más que receptiva.

Sigue insistiendo esta película en la línea de las que proclaman que la historia la hacen, literalmente, los grandes personajes, los grandes líderes. No hay en el filme procesos sociales, intereses socieconómicos, geoestratégicos, políticos, que enturbien esa frágil línea. Macedonia contó, siguiendo esta lectura, con el privilegio dChristopher Plummer como Aristóteles, en "Alejandro"e que uno de sus hijos fue capaz de derrotar al mayor imperio conocido en ese momento, que casi lo estaba esperando para caerse. Y sólo las intrigas, la envidia, la codicia, la maldad del ser humano, impidieron que su idea llegar totalmente a buen puerto. Además, el Alejandro de Stone era un personaje alterglobalizador sin saberlo, aunque desde un punto de vista meramente estético: defiende el mestizaje de pueblos, la mezcla de culturas, pero sin tocar un ápice al estructura social y económica que soporta el sistema político que él mantiene, aunque cambie de gestores (pone a macedonios en el lugar de los persas).

Impresionan algunos retales bélicos descritos con la minuciosidad que ahora permiten las maquinitas de efectos especiales, porque estos tipos eran realmente tremendos en el campo de batalla, aunque no muy diferentes de los mercenarios que hoy siguen muriendo por intereses económicos en los campos de batalla del mundo, que por muy inteligentes que sean las armas que utilizan, eso no mejora la capacidad neuronal del que las posee y utiliza.

Larga, muy larga, además, con ensimismaciones que nada aportan, que aburren, que me duermo. Total, al final todos a casa sin saber nada respecto a cómo fue posible lo que hizo este individuo y los que le rodearon, porque la historia, a pesar de los pesares, sigue siendo un acontenimiento colectivo en el que las individualidades tienen su importancia, qué duda cabe, pero que al final quedan circunscritas a su entorno social, económico, cultural y político.

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Max Rob


 
www.tausiet.com