Festival
Internacional de Cine de San Sebastián (2005)
Edición número 53
Zinemaldia 2005 o Realidad vs. ficción, por Mary Rose G. Screen
Una edición mediocre, por Antonio Tausiet
Crónica casi exhaustiva, por Luis Antonio Alarcón
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Zinemaldia 2005 o Realidad vs. ficción
San Sebastián es de por sí una ciudad sospechosa, pero si hace sol mucho más. Si además es septiembre y se celebra el Zinemaldia, el asunto puede rozar la entelequia. Sí señores. Porque algunos corazones sobrios no pueden asumir tan fácilmente semejante despliegue de playa, cielo, alfombra roja, comida y bebida, y no nos olvidemos, películas. Decenas, centenas de películas. Todo ello concentrado en unos pocos días y en escasos metros cuadrados. Convendrán conmigo en que la situación es cuando menos inquietante.
Deberíamos dejar a un lado estos misterios y sinrazones que nos brinda la vida bajo la forma de “festivales de cine en ciudades sospechosas” para centrarnos en el hecho concreto de las películas que se exhiben. Deberíamos. Pero queridos lectores, otros lo habrán hecho ya y mucho mejor que yo. Puede que incluso compartan conmigo la opinión de que el cine es un acontecimiento absolutamente privado e intransferible que transcurre en una sala oscura, en cuyo caso les sugiero que cierren inmediatamente esta página virtual no bien acaben con este artículo.
Como iba diciendo, las películas son importantes, sí. Pero los datos realmente necesarios para que ustedes comprendan, queridos lectores, son muy otros, como por ejemplo, la textura y calidad de las siestas en la playa de Gros a las tres de la tarde con la cola de cinéfilos entrando al Kursaal de telón de fondo, el olor del sol y el calor de las algas golpeando las caras embadurnadas de oscuridad saliendo de los cines, la expresión beata de los extranjeros en los bares e incluso ese individuo extravagante que tocaba el saxo en la Concha en medio de la fría noche. Yo he estado y lo he comprobado, señores; Me he zambullido en las aguas procelosas de la belleza sin sentido y me he llevado una serie de tesoros magníficos, como estos que acabo de mencionar. El resto son demasiado maravillosos como para contarlos aquí, queridos lectores. (Temo que ustedes no estén preparados para afrontar según qué certezas absolutas y aplastantes)
Y sin más se despide Mary Rose G. Screen, con la satisfacción del deber cumplido y con un consejo importante que darles:
Cuando vayan a San Sebastián sospechen siempre y estén alerta. La irrealidad acecha en el lugar más inesperado y puede que ustedes no tengan más remedio que guarecerse en un cine.
Mary Rose G. Screen
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Una edición mediocre
Decido a última hora pasar unos pocos días viendo películas en Donostia. Tres jornadas intensivas de cine, pero también de belleza. Veo mucha más belleza fuera de las salas que dentro. Sí, algunos de los paisajes o de las actrices que vomitan las pantallas son indudablemente bellos. Pero lo abrasadoramente atractivo de mi visita fugaz está una vez más en la ciudad, sus calles, sus montes, su mar. Porque el nivel cinematográfico del Festival deja bastante que desear. Vamos por orden:
A concurso
De la sección oficial consigo ver cinco películas; la de mayor nivel es ingeniosa y con garra, pero no deja un poso imborrable como los filmes verdaderamente buenos.
Obaba, de Montxo Armendáriz, era una de esas películas que esperaba como agua de mayo. Uno de mis directores favoritos, una historia de un escritor prestigioso… Pero el resultado es altamente decepcionante. Todo resulta artificioso y cansino. Las películas tienen alma, o deberían. A ésta no se le encuentra por ninguna parte. Una sensación amarga diametralmente opuesta a la que nos dejó Armendáriz con su Secretos del corazón.
Entre ses mains: filme francés menor muy bien realizado con un argumento nada original, propio de producciones todavía más pequeñas. Una mujer casada se enamora de un hombre sospechoso de ser un asesino psicópata. Mantiene el suspense pero se queda en lo más convencional que se pueda esperar.
Defosaenfosa. Sorpresa muy agradable, “robada” al Festival de Venecia. No es ninguna obra maestra y además al final da un giro excesivo, de la comedia amable a la tragedia más desgarradora. Sin embargo, es un cúmulo de alardes: interpretativos, técnicos, y sobre todo de guión. Destila un humor balcánico envidiable, con ese protagonista que se dedica a declamar discursos fúnebres en los entierros. Todos los personajes son sabrosísimos. Mención especial al abuelo que se quiere suicidar continuamente. Raro ejemplo de cine esloveno, aderezado con la ya típica fanfarria de aquellos pagos.
Stesti, de la República Checa, es un crudo 13, rue del Percebe. Un par de niños, hijos de una mujer de vida algo desordenada, quedan al cargo de unos vecinos. Momentos líricos acertados, pero tono general mediocre. Y además el director y guionista se permite dejar el final abierto, sin darnos por lo menos el gusto de saber cómo termina su historia.
O veneno da madrugada es una adaptación de Ruy Guerra, veterano director brasileño, de una novela de García Márquez. Durante todo el metraje llueve; quizás por eso la película hace aguas por todas partes. Todo es oscuro, hasta el punto de que no se ve nada. Aburrida, irritante, pesadísima, mala hasta decir basta.
Muestra
Como siempre, la sección Zabaltegi (perlas de otros festivales y nuevos directores) ofrece más interés que la selección a concurso. Éstas son las siete películas proyectadas para mí:
Befote it had a name: hecha mano a mano entre Willem Dafoe (guionista, productor y actor) y la joven italiana Giada Colagrande (directora, guionista y actriz), a la sazón marido y mujer en la vida real. Mal recibida entre la crítica, es sin embargo un estimable estudio de relación de pareja dependiente. La estela del famoso actor y el claustrofóbico ambiente, nos hacen sospechar todo el rato de Leslie-Dafoe, el guardián de la casa (edificio que se erige en el tercer protagonista). Pero “las lechuzas no son lo que parecen”. Un búho lo confirma.
Broken flowers es la última humorada de Jim Jarmusch, a años luz de sus sólidas comedias independientes de hace ya dos décadas. Protagoniza el encumbrado Bill Murray, le acompañan actrices como Jessica Lange o una (por fin guapa) Sharon Stone, pero ese humor minimalista acaba haciéndose algo pesadito. Se pasa bien, pero nada más.
El infierno es la segunda de las tres películas cuyo argumento dejó perfilado el fallecido Kieslowski para una nueva trilogía. Este infierno de película es efectista cien por cien, absolutamente vacua, penosa, con actrices preciosas y estupidez tras estupidez. Unos títulos de crédito cuidadísimos, eso sí.
Holy Lola, el último Tabernier, es tan bienintencionada que roza el papanatismo. Pero no llega al empalago total, así que mientras seguimos con interés las evoluciones de una pareja perfecta para adoptar un niño en Camboya, nos vamos entreteniendo con cara de ONG.
El arco. Kim Ki-duk es, definitivamente, algo pesadito. Todo es poesía visual, supuestas referencias filosóficas, paisajes y paisanajes muy bonitos. Si bien es cierto que una de sus obras anteriores (Primavera…) es redonda, tanta postal oriental acaba recordándonos demasiado a la inefable decoración de plástico de los restaurantes chinos de nuestros barrios. Una muchacha exquisita, su pigmalión, viejo marinero, un barco y el mar. Mi despiste me llevó a verla subtitulada en euskera (que para mí es igual de indescifrable que el coreano). Lo cual no supuso problema alguno porque las frases se pueden contar con los dedos de una mano.
The master. Entretenida película polaca; road movie con autobús, en el que viajan un lanzador de cuchillos aficionado a la bebida, y sus ayudantes: una prostituta rescatada y un acordeonista con cara de bueno. Peripecias con algún toque de magia y una lugareña perfecta que queda encinta.
Con todos mis respetos. Drama social francés con bastante fuerza dramática. Un empleado de una compañía acaba harto cuando contempla tanta injusticia laboral en su entorno. Olivier Gourmet, actor protagonista, mantiene muy bien el tipo. Un ejemplo de cine comprometido, centrado en las miserias individuales, al mejor estilo Loach.
He de reconocer que en tres días de diez de festival se me han escapado obras que seguro que reúnen características que las pueden hacer estimables. Películas a concurso como The world’s fastest indian, con Anthony Hopkins; A cock and bull story, de Winterbottom, una de las favoritas; o Tideland, de Terry Gilliam. U otras como Match point de Woody Allen, con Scarlett Johansson; The cave of the yellow dog, del equipo de La historia del camello que llora; o El taxista ful, película catalana de crítica social irónica heredera del anarquismo, que fue comentada con entusiasmo en los corros de acreditados.
Pero la sensación que me queda después de estos tres días de cine intensivo es que, debajo de tanto presupuesto, de tanta organización, de tanta publicidad, al Festival de San Sebastián le falta acierto para elegir las películas a concurso. Los ciclos paralelos suelen ser muy acertados. Las películas procedentes de otros festivales son apuesta segura. Pero me niego a creer que no sea posible hallar entre la producción mundial una selección mejor para este certamen, que va perdiendo fuelle de calidad a medida que pasan los años. ¿O es que cada vez me gusta menos el cine? No creo…
Coda
Acaban de hacer público el palmarés. La Concha de Oro para la “mediocre” Stesti. Al menos no se la han dado a alguna de las producciones “irritantes”. Pero Defosaenfosa es mucho mejor. Insisto.
Segunda coda
Un editorial en “El correo” me contesta con buenos argumentos a los míos malos. El Festival de San Sebastián “no ha alcanzado ni el brillo ni la calidad de otros años”, por una serie de factores: “el momento creativo y comercial del cine norteamericano”, “la dificultad para lograr la visita de grandes estrellas” y “la siempre compleja selección oficial en un certamen ubicado al final del calendario de festivales, lo cual limita de forma significativa sus posibilidades de lograr incluir en el concurso al mejor cine independiente del año”. Pues eso.
Antonio Tausiet
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Crónica casi exhaustiva
Un año más, la hermosa ciudad de San Sebastián abrió sus puertas al cine. Sin embargo, en esta ocasión podemos afirmar que el cine no estuvo a la altura de las circunstancias en lo que a la Sección Oficial se refiere. Una variopinta selección de diecinueve títulos volvió a componer el apartado de películas a concurso, a excepción del film con el que se clausuró el festival: The World’s Fastest Indian. Burt Munro. Un sueño, una leyenda; una obra que no competía pero que supuso un cierre más bien discreto. Mucho más interesante resultó el continente de Zabaltegi, con un total de treinta y nueve filmes para elegir. Abel Ferrara fue el director contemporáneo al que se dedicó ciclo y publicación. Y precisamente con él se abrió Zabaltegi. La retrospectiva clásica se centró en la obra de Robert Wise (a quien no le faltó el estupendo volumen monográfico coeditado con Filmoteca Española), quien justo falleció un día antes de comenzar el Zinemaldia.
Por otra parte, tras los problemas económicos del año pasado, el festival recuperó sus diez días de duración, así como la publicación dedicada a un director contemporáneo, de las que se nos había privado en la edición anterior. Pese a ello, el programa de mano se siguió cobrando, así como la cuota para acreditados. La sensación generalizada es que este año el festival navegó a la deriva. Al menos así se desprende de las películas vistas en la Sección Oficial, en su mayoría un conjunto de títulos poco arriesgados y nada representativos de los posibles caminos de futuro del cine actual, así como tampoco de nuestra realidad más acuciante o de ese pasado que muchos quieren olvidar pero necesario para comprendernos hoy día. Por no hablar de que ni siquiera se encontró un filme cien por cien sólido en alguno de sus aspectos o, como mínimo, en su narrativa.
Sección Oficial
La nutrida presencia española comenzó con el Obaba de Montxo Armendáriz, un título que decepcionó a muchos. El director navarro ha demostrado su buen hacer en sobradas ocasiones, por eso sorprendió aún más la poca garra de su último trabajo. Una película que apenas transmite, no ya emociones sino ni siquiera una idea clara de lo que pretende contarnos.
Otra representante española fue 7 vírgenes, tercer largometraje de Alberto Rodríguez. La película obtuvo el galardón al mejor actor para Juan José Ballesta, una apuesta personal de la presidenta del jurado, Anjelica Huston. Un premio injusto, no tanto por la juventud de Ballesta como muchos pudieran pensar o argumentar, sino porque tanto o más se lo merecía su compañero de reparto, Jesús Carroza, así como otros actores de distintas películas que aportaron interpretaciones de mayor calado. Por lo demás, una obra correcta pero carente de la fuerza dramática necesaria.
April Snow. Wae chul fue la cuota del cada vez más apreciado y valorado cine procedente de Corea del Sur. Su director, Hur Jin-ho, realizó en 1998 el aclamado melodrama Navidades en agosto. Y de nuevo recurre a este género, que tanto suele gustar a los surcoreanos, en el trabajo que concurría en San Sebastián. Un melodrama romántico convencional y lleno de tópicos. A su favor, la elegancia con la que Hur Jin-ho filma su película. En su contra, que pese a ello nos remite irremediablemente a títulos del reciente cine norteamericano, como Caprichos del destino (Sydney Pollack, 1999), llevándonos hasta el hastío y el desinterés.
El aura. El director de Nueve Reinas, Fabián Bielinsky, aborda un thriller protagonizado por el siempre creíble, aunque veces repetitivo, Ricardo Darín. Quizá cegado por dar al relato un innecesario aire de trascendencia, la película acumula un exceso de metraje a todas luces injustificado. No es ni mucho menos una película despreciable, pero muchos esperaban más del realizador argentino.
A Cock and Bull Story. La nueva obra del prolífico Michael Winterbottom es una película de cine dentro del cine, a la vez que sobre la dificultad de adaptación de ciertos textos literarios (en este caso el Tristam Shandy de Laurence Sterne). El comienzo es arrollador, original y muy divertido pero a medida que el relato avanza va cayendo en el más absoluto ombliguismo, hasta convertirse en una convencional mirada a ese mundo del cine. Así, la película bebe directamente de Fellini 8 1/2 (Federico Fellini, 1963), La noche americana (François Truffaut, 1973), Dulce libertad (Alan Alda, 1986) e incluso de 24 Hour Party People (2002), del propio Winterbottom. Para muchos era la favorita y más clara merecedora de la Concha de Oro. Visto el panorama de la Sección Oficial, no hubiera sido descabellado pues al menos el film asume riesgos, elemento prácticamente ausente en la competición.
El director danés Per Fly presentó Drabet. Manslaughter, un drama un tanto moroso en su desarrollo y perfectamente olvidable que cuenta la relación entre un maduro profesor y una joven activista política. Según Fly, forma parte de una trilogía en la que mira a la sociedad danesa, centrándose en esta ocasión en la clase media. Aunque en la película se plantean cuestiones interesantes sobre las relaciones humanas o sobre el compromiso del hombre ante la sociedad, la lentitud expositiva y un innecesario tono de “drama muy serio”, impiden conectar con la historia y los personajes.
Entre ses mains, dirigida por Anne Fontaine, es un thriller convencional, carente de sorpresas y nada sutil en su desarrollo. Lo más atractivo sin lugar a dudas es el trabajo de sus dos actores principales, Isabelle Carré y, sobre todo, Benoit Poelvoorde.
El argentino Tristán Bauer aborda en Iluminados por el fuego el trágico episodio de la guerra de las Malvinas. Una película tan bienintencionada y honesta como fallida en su desarrollo narrativo, con altibajos de ritmo y así desequilibrada entre el tiempo que transcurre en el pasado (la guerra, que pese a la notoria carencia de medios es la más lograda) y el momento presente (la realidad actual de aquellos jóvenes argentinos que combatieron contra los británicos). La película logró el premio especial del jurado, en la que quizá fue su decisión menos discutida.
Je ne suis pas là pour étre aimé. No estoy hecho para ser amado, del francés Stéphane Brizé supuso un soplo de aire fresco. Si bien la propuesta carece de originalidad, la película nos cuenta la historia de un hombre que consigue escapar de su rutinaria y fría vida a través del tango y de los sentimientos que recobra, su perfecto tempo narrativo, su ajustada puesta en escena o las magníficas interpretaciones de sus actores (encabezados por el magistral Patrick Chesnais y secundado por Anne Consigny y el veterano Georges Wilson), hacen que inmediatamente se eleve por encima de la media. En otras circunstancias no pasaría de ser una película correcta pero discreta.
El eslovaco Jan Cvitkovic firmó Odgrobadogroba. Defosaenfosa. El film más destacable de la sección oficial junto con las obras de Terry Gilliam y Michael Winterbottom. Una obra que se mueve entre un costumbrismo surrealista hasta que hace aparición el drama más desgarrador. El desequilibrio entre las dos partes de la película descoloca bastante, sin embargo se trata de un filme vivo, cuyos personajes atrapan irremediablemente. Si el director era consciente de esa falta de equilibrio, asumió un riesgo que se vio recompensado con el premio al mejor nuevo director del festival.
Sommer vorm balkon. Verano en Berlín de Andreas Dresen se hizo con el galardón al mejor guión. Lo cierto es que no había mucho donde rascar. Aunque esta obra gustó a muchos espectadores, personalmente la considero una obra menor. A ratos cómica, a ratos trágica, el filme de Dresen resulta fútil. Una nadería teñida de realidad pero que en ningún momento logra transmitir la angustia de sus protagonistas. La relación de una de las protagonistas con un imposible camionero, feo y pagado de sí mismo, resulta lo mejor de la película por su tono irónico. De lo contrario hubiera resultado difícil de creer.
Stesti. Algo como la felicidad del cineasta checo Bohdan Sláma se alzó con la Concha de Oro del festival. Una decisión que apenas satisfizo a público y críticos. Se trata de un drama social tan correcto como poco emocionante. No está mal realizado, los actores cumplen perfectamente pero su resultado final no llega a cuajar en absolutamente nada. También logró un premio a la mejor actriz que mostró el despiste y la confusión generada: muchos periodistas no sabían quién era la intérprete del reparto que había obtenido el premio, publicando fotos distintas de las dos principales actrices de la obra. Para aclararnos, la premiada fue la que encarnaba al personaje desequilibrado, aspecto por otra parte nada sorprendente dado el gusto de los jurados a recompensar trabajos relacionados con enfermedades mentales o físicas.
Tideland. Tuvo que llegar Terry Gilliam para despertar a la Sección Oficial del generalizado letargo en que estaba sumida. Tideland es un film desmesurado, barroco y a veces grotesco, pero lleno de imaginación e inventiva. Una imaginación que reivindica la película como necesaria y que se echó a faltar en buena parte del festival. Su capacidad de provocar y, sobre todo, de epatar se hizo notar en el abandono de la sala por parte de muchos representantes de la prensa, pero también con un premio otorgado por la Federación Internacional de Críticos de Cine.
O veneno da madrugada, del veterano director brasileño Ruy Guerra, contaba con numerosos elementos para ser atractiva. Desde la adaptación de una novela de Gabriel Gracía Marquez, La mala hora, hasta el acercamiento al tema del poder por parte de Ruy Guerra y su equipo. Sin embargo el resultado acaba siendo un producto acartonado, con más regusto teatral que cinematográfico, estirado innecesariamente hasta las dos horas de duración y cuya lograda atmósfera densa acaba por diluirse en la más absoluta de las nadas.
Farida Benlyazid es la firmante de La vida perra de Juanita Narboni, una coproducción entre España y Marruecos. El film está basado en la novela de Ángel Vázquez, que ya en 1981 Javier Aguirre adaptó en una película titulada Vida/Perra. Si en aquella el tour de force interpretativo corría a cargo de Esperanza Roy, en esta ocasión es Mariola Fuentes quien asume el reto. Desde luego es el único punto de interés de una obra sin ritmo, apelmazada y carente de tensión dramática. No dudo de las buenas intenciones de sus artífices, pero su falta de calidad la hace impropia de la categoría de una Sección Oficial decualquier festival.
Xiang ri kui. Sunflower obtuvo el premio a la mejor dirección, Zhang Yang, y a la mejor fotografía, Jong Lin. El director chino no era un desconocido en San Sebastián. En 1999 logró el mismo galardón por su estupenda La ducha. Y como en aquella, nuevamente trata el tema de las relaciones entre un padre y su hijo. En esta ocasión, el lapso de tiempo es mucho más amplio, ya que la historia se detiene en tres momentos importantes de la vida del protagonista. En contra de Yang y de su premio, la película resulta demasiado estirada. Claramente, al director se le va la mano en el metraje. Además, intenta ser emotivo a toda costa sin conseguirlo.
Se quedaron en el tintero The World’s Fastest Indian. Burt Munro. Un sueño, una leyenda (fuera de concurso), Bang Bang Orangután, Malas temporadas y Sud Express. Por los comentarios de otros compañeros, no creo que nos perdamos nada, con la excepción de Malas temporadas de Manuel Martín Cuenca, firmante hace unos años de la estimable La flaqueza del bolchevique (2003).
Zabaltegi
Esa apuesta casi segura que es Perlas de otros Festivales y las películas realizadas por Nuevos directores, optando al premio del público en el primer caso y a los premios al nuevo director y nuevo guionista en el segundo, conforman esta sección que en muchas ocasiones ofrece propuestas mejores y de mayor fuerza que las contenidas en la Sección Oficial.
Perlas de otros festivales
Tras su paso por Cannes, donde obtuvo el Gran Premio del Jurado, el último film de Jim Jarmush paró en Donosti. En Broken Flowers. Flores rotas le acompaña Bill Murray, ese actor hoy reivindicado y antaño denostado. Yo siempre he defendido a Murray, como comediante y por su actuación en esa pequeña joyita que es Atrapado en el tiempo (1993). Sin embargo, en la película de Jarmush lo encuentro demasiado pagado de sí mismo, un Murray consciente de que ahora es “un gran actor”. Lo siento, pero no cuela. Por otra parte, la obra de Jarmush es minimalista, sí, pero también hueca. De acuerdo, es la historia de un hombre que descubre el vacío en el que se sustenta su vida, lo inútil de la misma, pero no hacía falta construir para ello semejante ladrillo.
Holy Lola. La pequeña Lola sirve para que Bertarnd Tavernier nos cuente el periplo por el que pasa un grupo de parejas para adoptar niños en Camboya. Sin ser uno de los mejores trabajos de su director (es complicado superar obras como Capitán Conan u Hoy empieza todo), se trata de un filme más que digno que en ningún momento cae en la ñoñería o el discurso barato, cuando perfectamente podría haber incurrido en ello dado el tema que trata. Al más que aceptable resultado final, al que se le puede achacar un exceso de metraje, contribuye el buen hacer de sus actores capitaneados por Jacques Gamblin e Isabelle Carré (vista en un título de la Sección Oficial). Con el tema abordado y la solvencia de Tavernier tras la cámara, tampoco sorprendió que su filme obtuviera el galardón otorgado por el público.
El director surcoreano Kim Ki-duk, admirado y odiado a partes iguales, presentó Hwal. El arco. La película decepcionó a muchos de los seguidores del realizador. En este caso, Kim Ki-duk es plenamente autoconsciente de lo que representa y parece querer ser poético, etéreo y asombrar a toda costa, aún bajo el riesgo de acabar transmitiendo falsedad y vacío en un ejercicio de repetición y autocomplaciencia.
Inside Deep Throat. Dentro de garganta profunda, es un interesante documental sobre lo que supuso la película pornográfica Garganta profunda. Especialmente destacable es toda la parte que atañe a la censura y la represión. Un título absolutamente recomendable que va más allá de la galería de personajes vinculados a aquella producción (algunos realmente peculiares), para centrarse sobre todo en lo concerniente a la libertad de expresión.
Apoyando la retrospectiva que Donosti dedicó a Abel Ferrara, éste trajo su último filme, Mary. Ferrara es un director potente, ahí están títulos como Teniente corrupto o El funeral. Sus temas, la religión, la violencia, la culpa…, son siempre interesantes. Pero confieso que su película apenas me interesó. Es difícil conectar con unos personajes con una profundidad un tanto cargante e inmersos en una continua crisis. No cabe duda de que es una propuesta compleja que importará a numerosos espectadores pero a mi me resultó absolutamente plúmbea.
Como suele ser habitual, Woody Allen animó el panorama de proyecciones con Match Point. Siendo una más que buena película, no se encuentra entre lo mejor del neoyorquino. Sin embargo, su discurso sobre el arribismo social y la suerte está más cargado de verdad que muchas de las películas supuestamente realistas que han desfilado estos días por la Concha. Elegantemente filmada, irónica y desesperanzada, Allen permitió que el cierre de Zabaltegi, pues fue su película la que clausuró la sección, se hiciera con broche de oro.
La artista norteamericana Miranda July exhibió su primer y galardonado largometraje Me and You and Everybody We Know. Tú, yo y todos los demás. Se trata de una entretenida película, con momentos divertidos, que aborda con soltura el manido tema de las relaciones humanas. Uno de sus principales defectos es que resulta un tanto inverosímil la acumulación de personajes extraños, excéntricos, cuando no directamente “frikis” y de edades diversas, en tan pocos metros cuadrados.
Nine Lives. Nueve vidas es la nueva película de Rodrigo García tras la preciosa Cosas que diría con sólo mirarla. Nuevamente las protagonistas son las historias de diversas mujeres, esas nueve vidas del título equivalentes a un plano secuencia en el desarrollo de la obra. Por esto, pero sobre todo por el tono, recuerda enormemente a su anterior trabajo. Sin embargo, y aunque hay numerosos elementos de interés para disfrutar, en esta ocasión no le sale tan redonda la jugada. Así, alguna de las historias (como la de la chica latina o la muchacha negra) resultan muy efectistas. Ello no impide que en conjunto sea una película valiosa y totalmente recomendable. De lo más hermoso que se vio por Donosti.
El realizador Hany Abu-Assad presentó una de las películas más sólidas y de mayor fuerza de las que se vieron en San Sebastián: Paradise Now. Una obra de triste actualidad centrada en la preparación de dos muchachos palestinos que van a cometer un atentado suicida. El filme es arriesgado en su planteamiento, elude las soluciones fáciles y lo panfletario. Un trabajo completamente pegado a la realidad más acuciante, esa realidad que tanto se echó de menos en esta 53 edición del festival.
Con división de opiniones fue recibido el último trabajo del hasta ahora interesante Laurent Cantet. Vers le sud. Hacia el sur nos cuenta por un lado las historias de varias mujeres maduras que practican el turismo sexual en el Haití de los años setenta, y por otro la difícil situación en la que viven muchos de los jóvenes lugareños que las acompañan. La película se centra más en las peripecias y sentimientos de esas mujeres que en la situación de represión del país y sus habitantes, quedando una sensación última de desaprovechamiento. El material podría haber dado lugar a una obra mayor calado del que finalmente consigue.
Nuevos directores
Alex, de José Alcala es una película dura, directa y sin concesiones sobre una mujer que intenta abrirse un hueco en el mundo. Los actores hacen un excelente trabajo y tienen la fortuna de interpretar personajes de carne y hueso. Su director maneja muy bien lo que cuenta, sin caer en el efectismo y el drama fácil cuando perfectamente podría haber incurrido en ello. Su principal defecto es que esto ya lo hemos visto contado de la misma manera unas cuantas veces.
Een ander zijn geluk. La felicidad de otros de Fien Troch fue uno de los títulos más interesantes vistos en estos días y que sin embargo pasó completamente desapercibido. Con una atmósfera densa y agobiante perfectamente lograda, nos cuenta el frágil equilibrio de una comunidad, revelado cuando un niño del pueblo es atropellado. A partir de ese momento iremos viendo como todos los vecinos tienen algo que ocultar y la debilidad de las relaciones.
Die hoehle des gelben hundes. El perro mongol, es el nuevo trabajo de Byambasuren Davaa tras La historia del camello que llora. Como en aquella, nos encontramos con un documental con aspecto de ficción, y viceversa, centrado en la vida de una familia nómada en Mongolia. Una película hermosa que si bien no aporta nada nuevo después de su anterior filme, permite disfrutar de su tempo reposado, que no lento, y de una mirada a otros estilos de vida en nuestro ajetreado y bastante ombliguista mundo occidental.
L’iceberg tiene nada más y nada menos que tres directores (Dominique Abel, Fiona Gordon y Bruno Romy). Se trata de un corto estirado que acaba haciéndose pesado y aburrido, malogrando así una propuesta que podría haber resultado como mínimo simpática. Comparada con el humor de Buster Keaton o Jacques Tati, sabemos que las comparaciones siempre son odiosas pero es que además les queda realmente grande el traer a relucir a los mencionados cómicos.
El brasileño Roberto Gervitz nos ofreció con su Jogo subterraneo. Juego subterráneo otra de las pequeñas sorpresas del festival. Basada en un relato de Julio Cortázar, la película nos cuenta la historia de un hombre que sigue a las mujeres que en el metro le llaman la atención y acaba enamorándose de una de ellas. Muy bien narrada e interpretada, es una obra hasta cierto punto sencilla y que hizo disfrutar a los espectadores.
Look Both Ways, procedente de Australia y dirigida por Sarah Watt, es un estimable filme de aire independiente con, una vez más, el tema de las relaciones humanas. Personajes variopintos con distintos traumas y preocupaciones van desfilando por el relato, que se deja ver sin mayores problemas pero que no deja poso alguno.
Sin ser una obra maestra ni nada parecido, tampoco le hace falta, Mistrz. El maestro del polaco Piotr Trzaskalski, es una entretenida película con una galería de curiosos personajes marginales encabezados por un lanzador de cuchillos demasiado aficionado a la bebida que es despedido del circo en el que trabaja. A partir de ese momento se dedicará a recorrer con su autobús diversos pueblos en los que actuar.
Sauf le respect que je vous dois. Con todos mis respetos es un intenso drama, seco y en ocasiones muy duro, sobre el mundo del trabajo y las injusticias del mismo dirigido por Fabienne Godet. Pese a algunos aspectos del guión discutibles, la película queda como un trabajo solvente y comprometido. Por otra parte, cuenta con la brillante interpretación de ese gran actor que es Olivier Gourmet (Nacional 7 o El hijo).
Spiele leben. Apuesta la vida de Antonin Svoboda es un filme que promete más de lo que acaba ofreciendo. Al final, tanto su argumento como sus personajes interesan más bien poco, quedando como un ejercicio vacuo, artificioso y perfectamente olvidable.
Stoned, es un entretenido film sobre la vida de Brian Jones, con especial atención a sus últimos días y a los hechos que le llevaron a la muerte. Su director, Stephen Wooley, pone especial mimo en recrear el ambiente de la época, consiguiendo sin lugar a dudas una atmósfera absolutamente verosímil que transporta al espectador al estilo de vida del fallecido miembro de los Rolling Stones.
El taxista ful de Jo Sol fue una de las sorpresas más agradables del festival. Una sana, sincera y divertida película cuyo espíritu rebelde y nada conformista contagió a la mayoría de los espectadores. Barata en su presupuesto, arriesgada en su planteamiento y fresca y valiente en sus resultados, este título dejó claro como otro cine es posible. Un filme que nadie debería perderse. Aunque merecía más, este trabajo obtuvo una mención especial para Jo Sol como nuevo director.
Otros títulos destacables a priori pero que no tuvimos tiempo de ver, fueron los documentales incluidos en la sección Especiales Zabaltegi: Aguaviva (ariadna Pujol), Días azules (Israel Sánchez-Prieto), La doble vida del faquir (Elisabet Cabeza y Esteve Riambau) o Pablo G. del Amo, un montador de ilusiones (Diego Galán). Procuraremos recuperarlos con el tiempo.
Robert Wise
Junto a este atracón de películas pertenecientes a las dos secciones principales del festival, aún tuve tiempo de escaparme a ver algún título de la retrospectiva dedicada a Robert Wise. Películas pertenecientes a sus primeros años como director y que nunca había podido visionar.
Mademoiselle Fifi, una producción RKO de 1944 y segundo largometraje de Wise, es un filme absolutamente propagandístico ambientado durante la ocupación de Francia por el ejército prusiano. Basado en dos relatos de Guy de Maupassant, el resultado es una película enormemente entretenida de apenas 70 minutos de duración.
Mystery in Mexico, una nueva serie B de la RKO producida en 1948, es una intriga con toque de comedia romántica muy ligera; se puede ver sin llegar a aburrirse por su corta duración. Material de derribo que Wise maneja con solvencia pero del que apenas puede sacar partido.
Después de la película comentada vendrán en su filmografía títulos de mayor envergadura como The Set-Up (1949), Ultimátum a la tierra (1951) o la impresionante y todavía muy desconocida Odds Against Tomorrow (1959).
Como en ediciones anteriores, hubo más secciones, y por tanto películas, en el festival: Horizontes latinos, el ciclo temático Rebeldes e insumisas o el encuentro de Escuelas de cine. Evidentemente, no hubo tiempo de asistir a todo y mientras no logre el don de la ubicuidad me seguiré perdiendo mucho material apetecible. Con esto, concluye aquí este pequeño repaso a todo aquello que desfiló ante mis ojos del 15 al 24 de septiembre de 2005 en San Sebastián, días de cine, pintxos, zuritos y buena compañía.
Palmarés
Premios Oficiales
-Concha de Oro a la Mejor Película: Stesti (Algo como la felicidad) de Bohdan Sláma (República Checa-Alemania)
-Premio Especial del Jurado: Iluminados por el fuego de Tristán Bauer (Argentina)
-Concha de Plata al Mejor Director: Zhang Yang por Xiang ri kui (Sunflower) (China)
-Concha de Plata a la Mejor Actriz: Ana Geislerová por Stesti (Algo como la felicidad) de Bohdan Sláma (República Checa-Alemania)
-Concha de Plata al Mejor Actor: Juan José Ballesta por 7 vírgenes (España)
-Premio del Jurado a la Mejor Fotografía: Jong Lin por Xiang ri kui (Sunflower) (China)
-Premio del Jurado al Mejor Guión: Wolfgang Colase por Sommer vorm balkon (Verano en Berlín) (Alemania)
El jurado estuvo integrado por Anjelica Huston (presidenta), Verónica Forqué, Enrico Lo Verso, Claude Miller, Lone Scherfig, Antonio Skármeta y Dean Tavoularis.
Premios no oficiales
-Premio Altadis-Nuevos Directores: Odgrobadogroba (Defosaenfosa) de Jan Cvitkovic (Eslovenia)
-Premios Nuevos Directores (Mención especial): El taxista ful de Jo Sol (España)
-Premio TCM-Perla del público: Holy Lola (La pequeña Lola) de Bertrand Tavernier (Francia)
-Premio de la juventud: Aupa Etxbeste! de Asier Altuna y Telmo Esnal (España)
-Premio Horizontes: Toro negro de Carlos Armella y Pedro González-Rubio (México)
-Premio Horizontes (Mención especial): Monobloc de Luis Ortega (Argentina-Holanda) y How the Garcia Girls Spent Their Summer de Georgina Riedel (EEUU)
-Premio Montblanc de Nuevos Guionistas: Kang Yi-kwan por Sakwa (Corea del Sur)
Otros premios
-Fipresci: Tideland de Terry Gilliam (EEUU)
-Círculo de escritores cinematográficos: Je ne suis paslà pouretrê aimé (No estoy hecho para ser amado) de Stéphane Brizé (Francia)
Luis Antonio Alarcón
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