"Por las púas del erizo". Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar. Luis Sepúlveda, escritor; Enzo d'Alò, cineasta
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“Por la concha de la tortuga”. “Por las agallas de la merluza”. “Por los bigotes del rodaballo”. “Por los colmillos de la barbacuda”. “Por las descargas de la anguila”. “Por la cola de la raya”. “Por los tentáculos del pulpo”. “Por los bigotes de la morsa”. “Por los colmillos de la morena”.
¡Qué gracia! ¡Qué sencillez! ¡Que ingenuidad! ¡Qué encanto! Aromas todos que destilan de este cuento deliciosamente escrito por el chileno Luis Sepúlveda. Afable señor que ya ha conocido otras adaptaciones al cine; amén de ésta, la de Un viejo que leía novelas de amor. Resulta inevitable conociéndole a él, a la magia que rezuman sus historias, ya sean las cercanas a la serie negra (es participante asiduo -y residente- de la Semana Negra de Gijón), al mundo del mar (recordemos Mundo del fin del mundo) o al amplísimo campo de la literatura infantil. La infancia. Gran conocimiento debe tener este sudamericano de los niños o, más bien, gran respeto por los niños, pues su obra, y también la película, no adolecen de eso tan común que es tratar a un niño como tonto (vv. Ana María Matute, Los niños tontos). Parafraseando al tantas veces citado por Sepúlveda, Bernardo Atxaga “no hay nada más tonto que un niño tonto (para aquél eran las vacas).
Los niños son como tú y como yo pero con menos años de pasado y menos centímetros de fisicidad. Van a entender perfectamente el lenguaje “adulto” y van a repudiar perfectamente las bobadas redundantes. De ahí que se percaten antes que nosotros de lo absurdo de tantas y tantas cosas de nuestro mundo:
“Le gustaba especialmente observar las banderas de los barcos, pues sabía que cada una de ellas representaba una forma de hablar, de nombrar las mismas cosas con palabras diferentes”
“Los humanos son, por desgracia, imprevisibles. Muchas veces con las mejores intenciones causan los peores daños”
“Sabían también de las humillaciones a que los humanos someten a cualquier animal que se muestre inteligente y receptivo con ellos”
Mensajes, saberes que son sencillamente transmitidos a través de esta literatura del bien saber contar. Con magia y poesía, la que lleva al poeta del libro a volar:
“-¿Y qué te lleva a pensar que ese humano sabe volar? (...)
-Tal vez no sepa volar con alas de pájaro, pero al escucharlo siempre he pensado que vuela con sus palabras”
Sólo vuela el que se atreve a hacerlo y los niños son los más osados. Por eso a ellos les gustó la peli que los italianos hicieron, a pesar de que su animación era de lo más tradicional, “retro” si queremos -inevitable no pensar en Calimero-, pero encantadora. Tanto que igualó a éxitos mas comerciales como Mulan o El príncipe de Egipto.
Aprendemos sin que se note. No hace falta decirle al niño lo que es la responsabilidad, la solidaridad, el aceptar al diferente porque todo ello pasea por la historia entremezclado con visitas a la biblioteca, datos sobre las especies animales.... Todo muy sanote que no ñoño. Y metafórico para nosotros:
“Volar consiste en empujar el aire hacia atrás y hacia abajo”
¿Vosotros sabéis? ¿Lo habéis intentado?. Un consejo del gato Zorbas:
“Nunca se vuela al primer intento”.
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Susana
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