Diario de un resentido social

La táctica del silencio

Por Javier Ortiz

Supongo que es una nueva táctica, pero me tiene perplejo.

Antes, si un periodista o escribidor osaba atribuir a tal o cual personaje encumbrado la comisión de alguna fechoría, el aludido reaccionaba de inmediato presentando una docena de querellas y exigiendo tres o cuatro resmas de rectificaciones fulminantes.

Ahora no. Ahora aparecen publicadas las más graves acusaciones, algunas con nombres y apellidos, y los acusados ni respiran.

Por ejemplo: se está contando ahora mismo con todo lujo de detalles cómo determinados empresarios españoles de alto copete han estado sembrando Sudamérica, en general, y Argentina, en particular, de sobornos y cohechos. Las informaciones señalan a los presuntos culpables ad hominem. Pero ellos nada, como si oyeran llover.

Realistas en lo que al honor se refiere, saben que hay determinadas materias que cuanto más se remueven peor huelen. Así que optan por quedarse haciendo la vista gorda, a la espera de que escampe... o de que algún juez acabe por meter las narices en sus oscuras actividades trasatlánticas y ya no les quede más remedio que retratarse.

La táctica del silencio tiene su punto de astuta, no digo yo que no, pero presenta un inconveniente relativamente grave: es imposible adoptarla sin que los observadores más avisados se den cuenta de que hay gato encerrado en el asunto y comiencen a preguntarse por la honorabilidad de los silenciosos.

Por eso sostengo que hay acusaciones que, sencillamente, no pueden quedar sin respuesta. Me refiero ahora, muy en concreto, a la barbaridad ésa que ha publicado la revista Eurobusiness, de la que se hacía eco el pasado domingo Jesús Cacho en El Mundo. Contaba Cacho que Eurobusiness se ha permitido atribuir al Rey Juan Carlos una fortuna de 1.790 millones de euros (algo así como 300.000 millones de nuestras viejas pesetas), cantidad que el monarca no podría haber acumulado de ningún modo con el dinero que desde 1975 le han venido asignando los Presupuestos del Estado. ¿Qué están tratando de insinuar con eso? ¿Que el Rey se ha asegurado fuentes de financiación atípicas?

Haría mal la Casa Real si se dejara llevar por la moda del no comment y decidiera llamarse andana. Debe exigir de inmediato a la revista británica una pública y formal rectificación de lo publicado, antes de que la opinión pública española conceda carta de naturaleza a un infundio que, dada su muy desagradable naturaleza –los abusos monetarios no acaban de caer simpáticos por estos pagos, al menos todavía–, resultaría terriblemente lesivo para el buen nombre de la Corona, labrado con tanta inteligencia y, sobre todo, tanto trabajo. 

Porque es bien sabido que el que calla otorga.

 

(9 de julio de 2002)

 

 

NOTA: Me telefoneó ayer la jefa de Relaciones con los Medios de Comunicación de la Casa del Rey, Asunción Valdés, para informarme de que ya han cursado instrucciones al embajador de España en Londres para que exija a la revista Eurobusiness una rectificación de sus informaciones sobre la fortuna personal del monarca (ver infra el apunte del pasado día 9, que salió el 10 como columna en El Mundo). La señora Valdés me expresó el agradecimiento de la Casa del Rey por la honda preocupación que yo había mostrado ante la publicación de una noticia que podía menoscabar el prestigio de la Corona y yo, en idéntica línea de franqueza, le agradecí lo rápidamente que habían atendido mis recomendaciones.

Fue una conversación muy cordial pero, sobre todo, extraordinariamente sincera.

 

(12 de julio de 2002)

 

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