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LA INCINERADORA

revista de opinión cinematografica
número 8

 

 

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Orson Welles vuelve, II parte

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Huston, Welles, BogdanovichHace tres años escribí un artículo sobre el fracaso comercial de Orson Welles, partiendo de “The other side of the wind”, la película de 1975 que no se llegó a estrenar por problemas de derechos. En agosto de 2002 los diarios dieron la noticia de que su estreno era inminente, y lo creí. Pero la hija de Welles no estaba aún por la labor…

El reparto de campanillas de este filme venía bien acreditado en mi texto anterior:

Una película cuyos intérpretes son John Huston, Peter Bogdanovich, Lilli Palmer, Susan Strasberg, Oja Kodar, Bob Random, Howard Grossman, Joseph McBride, Tonio Sellwart, Cathy Lucas, Norman Forster, Dan Tobin, Edmond O'Brien, Cameron Mitchell, Gene Clark, Paul Mazursky, Paul Stewart, John Carroll, Dennis Hopper, Claude Chabrol, Stéphan Audran y Gary Graver, no debería haber permanecido en el olvido tanto tiempo. Absolutamente terminada de rodar y casi montada al cien por cien, la industria decidió no mostrarla al público. El encargado de estrenarla ahora es el biógrafo y amigo de Welles, Peter Bogdanovich, también actor (coprotagonista del film) y director. El gran John Huston tiene el papel protagonista (un director de cine), y el tono general es el de un falso documental.

Las agencias anuncian en 2005 que ahora sí, que todos los propietarios del filme han llegado a un acuerdo (aunque Bogdanovich dijo el año pasado que tardaría cuatro años más en sacar las cintas de la cámara acorazada de París donde se guardan y proceder a su montaje final). Buen momento pues para retomar la cuestión, que tiene mucha miga.

El rumor de que los negativos se encontraban secuestrados en el Irán de Jomeini (uno de los productores era cuñado del Sha) abonó la leyenda al respecto de la imposibilidad de su estreno.

Welles nos cuenta en tres horas la historia de un director de cine ya anciano, pero no por ello menos tiránico. El título de la película que se decide a dirigir al final de su vida es el mismo que el del film que comentamos. Orson Welles le dijo a John Huston que la trama versaba sobre “un cineasta que es un hijo de perra podrido de vanidad y disfruta manipulando y destruyendo a los demás; gente como nosotros, John”.

Es un ensayo autobiográfico sobre la creación cinematográfica y el egocentrismo que conlleva. Una fiesta de cumpleaños del protagonista, un director de cine alumno suyo que ha alcanzado más fama que él (interpretado por Bogdanovich), los supuestos fragmentos de la película que está rodando… todo se mezcla en este producto que, según Oliver Stone, es “demasiado experimental”.

Dicen algunos de los que participaron en el proyecto que ésta es “la mejor película jamás llevada a la pantalla”. Según otras fuentes, quizás más ajustadas, sería “una de las películas más grandes de Welles”.

Después de décadas en las que ya se ha convertido en un lugar común situar a “Ciudadano Kane” en el número uno de las listas de las mejores películas de la Historia, insistimos en la importancia de Welles. Porque, paradójicamente, es uno de los directores menos valorados por la crítica, y absolutamente olvidado por el público.

Desde aquí hacemos una reivindicación de su figura como realizador, es decir, como hombre creador, comprometido, experimentador, rebelde, insumiso, innovador, genial, arrollador, aunque vapuleado, ninguneado, perseguido y hundido en la miseria por quienes van siempre como cuervos a sacar los ojos de quienes pueden tambalear los cimientos de sus edificios mentales. Contra toda esa caterva de bienpensantes agarrados a sus catedrales de moralina, a sus juicios sumarísimos, a sus dioses de pacotilla… está escrito este artículo.

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Antonio Tausiet

 

 
www.tausiet.com