Por Antonio Tausiet
La muerte en el jardín (La muerte en este jardín, "La mort en ce jardin", 1956)
Adaptación de la novela política del mismo nombre. Con dos partes bien diferenciadas -la de los buscadores de diamantes despojados de su modo de trabajo sublevados contra los militares del estado opresor y la de la huida de un grupo de fugitivos a través de la selva-, esta película francesa casi olvidada es un buen ejemplo del cine de Buñuel.
Buñuel, a la derecha, en el rodaje
En ella se encuentran casi todos los temas afines a su director, desarrollados después en distintos filmes. Son los casos de Nazarín: la referencia al Marqués de Sade cuando un moribundo rechaza a un sacerdote, o la presencia de ese mismo misionero de buena voluntad -Michel Piccoli en su primera colaboración con el calandino-; de El ángel exterminador: un grupo de personas que no puede salir de su encierro y se va degradando; de La joven: la evidencia de que los buenos y los malos no lo son al cien por cien; de El fantasma de la libertad: el azar como motor de las acciones humanas, las postales de París como símbolo; o de Belle de jour: la atracción femenina por el elemento dominante.
Un militar de la primera parte;
Gallinas, una biblia con insectos, zapatos femeninos, una iglesia como cárcel... sólo se echa en falta la imagen de los muslos de la adolescente de turno, esta vez muda (Michèle Girardon). La pareja protagonista está interpretada por Georges Marchal (un forajido que se nos antoja la cara oscura de Indiana Jones) y Simone Signoret (muy reticente a interpretar su papel, el de una prostituta, por encontrarse lejos de su marido, Yves Montand).
Marchal con Michèle Girardon;
En una escena, Marchal miente afirmando que debe ir a Europa a ver a su madre enferma. Rodada por Buñuel justo después de visitar a su madre septuagenaria en Francia, a la que no veía desde hacía 20 años.
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